La violencia doméstica consiste, ante todo, en que el agresor toma el poder sobre la víctima. Por eso, cuando la pareja pone fin a la relación, el maltratador siente que pierde poder. Es cuando la violencia persiste, e incluso puede intensificarse, porque el maltratador no acepta perder el control sobre su pareja.
Esta violencia suele consistir en acoso, pero puede ser de distintos tipos. El ciclo de violencia puede continuar incluso cuando la mujer intenta reorganizar su vida. En cuanto a los niños, tras el periodo de separación, pueden experimentar todo tipo de emociones relacionadas con el conflicto de lealtades o la alienación parental, por ejemplo. Las consecuencias de la violencia siguen estando muy presentes, ya sean sociales, físicas, psicológicas o económicas.
Las mujeres que se encuentren en esta situación pueden ponerse en contacto con una de nuestras trabajadoras de proximidad para solicitar apoyo, derivaciones o concertar una cita para reunirse con nosotras si lo desean. (514 523-2645)